Ataques de pánico. ¿Qué son y cómo gestionarlos?

Es conveniente saber en qué consisten los ataques de pánico ya que es un problema relativamente frecuente y en muchos casos incomprendido, que puede experimentar una persona o presenciar en otra y que, debido a la intensidad de sus síntomas, genera una gran alerta (lo que no ayuda a superarlo).

De repente el corazón se acelera y tenemos la sensación de que nos falta el aire, nos podemos incluso marear, sentir náuseas, hormigueo en las extremidades o dolor en el pecho… Ante esto, pensamos que nos está pasando algo extremadamente grave y nos inunda el miedo a perder el control o la consecuencia más negativa que pueda pasársenos por la cabeza. Finalmente pasa y, aunque han sido minutos, este episodio parece haber sido eterno.

La primera vez que esto ocurre no es raro, de hecho parece prudente, acudir a urgencias pero, conforme nos acercamos y tenemos la sensación de que recibiremos la ayuda adecuada, las sensaciones van remitiendo, aunque el susto quede.

También hay personas que no llegan o se plantean acudir a servicios médicos. Es normal, en ese momento la mente vuela y cuesta ser resolutivo. En estos casos, los síntomas van atenuándose paulatinamente y puede quedar la sensación de incertidumbre ante lo que han experimentado y si volverá a repetirse.

Cuando el miedo a que suceda de nuevo queda fijado, podemos comenzar a evitar situaciones en las que consideremos que no estamos seguros, bien porque costaría salir de las mismas, como un centro comercial, o porque la situación que se generase podría ser bastante incómoda, si ocurriese en mitad de una clase. Si este miedo va extendiéndose a lugares donde antes no tenía ningún problema, entonces hablamos de un agravamiento del cuadro: agorafobia.

¿Tiene alguna relación con el estrés?

Este problema es un tipo de trastorno de ansiedad y el estrés es un factor que puede potenciarlos. No obstante, hay personas que reconocen haber tenido el ataque en un momento de tranquilidad, como en la cama cuando iban a dormir. Esto no quiere decir que no haya estrés: en la mayoría de los casos ha habido una situación de ansiedad o tensión mantenida previamente y que podemos haber normalizado sin ser conscientes de cómo nos afecta.

Por este motivo, el tratamiento psicológico va encaminado, por un lado, a la gestión de los mismos, y por otro, al manejo de la ansiedad y situaciones que la generan.

¿Tomar medicación ayuda a manejarlos?

Lamentablemente para este tipo de trastorno de ansiedad no, debido a que un ataque de pánico ocurre en cuestión de minutos y para cuando la medicación, generalmente un ansiolítico, es asimilada por nuestro cuerpo, ya ha pasado el tiempo suficiente para que el ataque desaparezca. En muchos casos en los que se trata así el efecto que tiene la medicación, más que farmacológico, es placebo.

Entonces, ¿cómo gestionarla? ¿Qué hago entonces?

La terapia psicológica es actualmente la más efectiva tanto para tratar los síntomas como para prevenirlos y superar este problema. Primero debemos entender el proceso de retroalimentación que puede seguir. Es cierto que son episodios breves, pero la alarma emocional y mental que activan los puede alargar a mucho más que minutos.

Nuestro cerebro tiene la función de protegernos, por lo que si los ataques de pánico experimentados comienzan con, por ejemplo, palpitaciones, activará la señal de alerta al mínimo indicio de que nuestro corazón comienza a latir más rápido de lo normal. Esto hará que tengamos miedo a que vuelvan a suceder, sintamos ansiedad y activemos el resto de síntomas que lo acompañan.

¿Por dónde salgo de este bucle?

Lo principal es conocer el funcionamiento de los ataques de pánico para perderles el miedo, lo que hemos visto anteriormente. Saber que no corro un peligro vital al experimentarlo, sino que son sensaciones bastante desagradables que acabarán pasando ayuda a reducir el miedo y ansiedad que generan, por lo que evitaremos prolongarlos en el tiempo.

El diálogo interno es un factor clave en cómo me afectarán los ataques de pánico: tanto si no se han dado como si se está produciendo, cómo hablamos con nosotros mismos sumará o restará intensidad al miedo que tenemos. No es lo mismo decir “¡Otra vez, esto no acabará nunca!” que respirar profundamente y decirnos que no es nada grave y pasará pronto.

Las herramientas para gestionar la ansiedad son de gran ayuda para prevenir su aparición y nos ayudan a desenvolvernos más equilibradamente ante un entorno exigente.

Evitar que se cronifiquen: cuanto más tiempo mantenemos este problema más fácil es que afecte a áreas importantes de nuestra vida, por lo que puede afectar al estado de ánimo y aumentar el malestar. Acudir a terapia en las fases iniciales previene esto y ayuda a que se solucione antes.

En nuestro centro de psicología en San Vicente del Raspeig ofrecemos terapia individual con el objetivo de ayudarte a gestionar este problema.

Créditos de la imagen: Keenan Constance on Unsplash