Confinamiento con adolescentes

Hemos preparado este artículo para ayudarte a entender y conciliar el confinamiento con adolescentes durante el periodo de cuarentena.

A diferencia de la infancia, en la que los niños pueden ver esto como una verdadera suerte al tener a sus padres para ellos las 24 horas del día, los siete días de la semana, la adolescencia es una etapa, necesaria e importantísima, en la que los jóvenes buscan en el exterior de la familia, a través de sus iguales, ídolos o referentes, información para continuar con el proceso de generar su propia identidad. Es una etapa eminentemente social, por lo que puede que esto se les venga grande y lo estén expresando en el único lugar que pueden, en casa.

Algunos datos necesarios a tener en cuenta sobre la adolescencia:

  • Búsqueda de contacto social.
  • Sensación de ser invencibles.
  • Rechazar normas.
  • Protestar.

Todo esto, combinado, puede hacerles ponerse en situaciones de riesgo y también a su entorno, así como llevarse una multa, si no son capaces de ver la importancia de anteponer el bien general sobre sus necesidades o deseos, y deciden salir a la calle.

Al haber perdido las rutinas diarias como ir a clase, extraescolares, practicar deportes, quedar con sus amigos, con los que ya de por sí pasaban mucho tiempo si pertenecían al mismo centro educativo, su contacto social se ha visto significativamente mermado, lo que puede llegar a afectar considerablemente a su estado de ánimo de diferentes formas: apatía, tristeza, rebeldía, irritabilidad, inseguridad, aislamiento, etc.

No obstante, he de reconocer que a pesar de que pueda parecer que los adolescentes son imprudentes, todo lo contrario, la sociedad en general y los jóvenes en particular, están teniendo una conducta ejemplar, involucrados en esta lucha por pasar lo antes posible esta página de un capítulo bastante triste de nuestra historia.

Dicho esto, habiendo reconocido también su esfuerzo, planteo una serie de recomendaciones, para que la convivencia con ellos sea lo más agradable posible.

  1. Validar sus sentimientos (no así sus conductas si son negativas).

Es totalmente natural experimentar emociones contrapuestas a lo largo del proceso. Remarcar el carácter temporal de esto y ayudarles a ver otras opciones más agradables para llevar el confinamiento, así como facilitar la intimidad para hablar con sus amigos (son una gran fuente de bienestar para ellos), puede aliviar el malestar que tienden a acumular.

Algunas pautas concretas sobre la gestión emocional son éstas:

  • Hablar de miedos e inseguridades: con respecto a su futuro académico (si volverán las clases, cómo les evaluarán, especialmente los que harán este año la prueba de acceso a la universidad), pero también otros ámbitos importantes para ellos como son sus eventos deportivos, graduación, etc.
  • Escucharles sin juzgar o responder apresuradamente porque pensamos que no es tan importante o tenemos la solución. En muchos casos, lo que es útil para uno no tiene por qué serlo para los demás.
  • No mentir ni dar por hecho nada que pueda restarle hierro al asunto. A veces esto calma más a quien lo dice que quien tiene la preocupación. En su lugar, es mejor plantear todas las alternativas posibles y la forma de afrontarlas, para ver si se disponen de los recursos necesarios o no depende de ellos.

Por ejemplo, al no saber cómo les evaluarán, pueden situarse directamente en la peor de las situaciones: que baje su media de selectividad. Sin embargo, esa es una de las muchas posibilidades, otra de ellas es que, llevando el material al día, no tiene por qué pasar, ya que estarán preparados haciendo todo lo que esté en sus manos.

La comunicación, como veremos en el siguiente punto, será la clave para confiar en ellos, y ellos en nosotros.

  1. Hablar del tema, informar de forma sincera, sin alarmismos, pero sin que monopolice las conversaciones familiares.

Hablar en casa todo el tiempo del coronavirus o de la política, o ambos, aunque todos tengan una opinión similar, puede hacer que se retroalimenten emociones desagradables, como el miedo, frustración o enfado, y que se generalicen y aumenten la tensión personal y familiar. Hablar está muy bien, sí, siendo asertivos, transigentes y sin tratar de imponerse a ellos, pues el yo soy mayor = tengo más razón, con ellos va en nuestra contra.

  1. Prevenir las tensiones de la convivencia.

Flexibilidad no es dejarlos salirse con la suya. No adoptar posturas de o yo gano-tú pierdes. La cuarentena se nos hará muy larga si estamos de “mal rollo”. Por ejemplo, sabiendo que las redes sociales están siendo su ventana exclusiva a su mundo, podemos ampliar o ser más permisivos con los tiempos que les destinan, siempre y cuando cumplan con sus responsabilidades.

  1. Horarios para todo…

… o correremos el riesgo de procrastinar en exceso. Cuando esto sucede, nos podemos estar metiendo en un bucle perjudicial, ya que cuanto menos hago, menos me apetece hacer, lo que acaba por afectar al estado de ánimo de diferentes maneras (tristeza, frustración, apatía, irritabilidad…).

Dada su edad y capacidad, es mejor que sean ellos quienes estructuren su horario, así como las pequeñas recompensas tras las actividades menos apetecibles. En cuanto a estas recompensas, lo ideal es que vean nuestra predisposición y comprensión por disfrutarlas debido a lo que cuesta mantener una rutina sin indicadores externos (horario de clases, extraescolares, etc.).

Sobre sus rutinas, estos ejemplos pueden seros útiles:

  • El tema de los estudios. ¡No puedo ayudarle!… cuando preguntan por una materia que no dominamos. Que no cunda el pánico: se puede buscar en internet, preguntar a través de las plataformas educativas a los profesores o contactar con algún compañero a ver si te puede ayudar, son alternativas menos estresantes. No tenemos por qué tener la solución ni darla instantáneamente. Paciencia.
  • Hábitos saludables: ayudan a prevenir problemas psicológicos como la ansiedad o alteraciones del estado de ánimo. La alimentación equilibrada, el sueño en un horario aceptable, sin que haya excesos, ya que por ellos mismos podrían dormir horas, especialmente por las mañanas. Hacer ejercicio puede ayudarles a mantener el nivel de actividad previa y “quemar” el exceso de energía acumulada.
  1. Dar ejemplo.

No podemos criticar que usen el móvil, ordenador o estén en el sofá mucho tiempo si nosotros hacemos lo mismo, además esto puede aumentar el “mal rollo”. Como ya comenté en otro artículo enfocado a los más pequeños  (¿Cómo llevar la cuarentena cuando hay niños en casa?), los adultos somos sus referentes, aunque en el caso de los adolescentes se lo tomen de otra manera bien distinta.

Como adultos, tenemos que ser comprensivos con nosotros mismos, pues también nos estamos viendo desbordados por esta situación al tener consecuencias en otras esferas importantes como la laboral y económica. Estas tensiones pueden hacernos perder los nervios con ellos en alguna ocasión, por eso no hay que ser autocríticos si en algún momento no actuamos como deberíamos, pero sí reconocerlo y hablar de esto con ellos. No somos de piedra y demostrar cómo nos afectan las emociones y cómo gestionarlas en una gran enseñanza para ellos.

Esto será algo que nunca olvidaremos, también las experiencias familiares vividas durante todo el confinamiento, por lo que es una oportunidad para crear historias que perduren en nuestra memoria.

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Créditos de la imagen: Glenn Carstens-Peters on Unsplash