El error del adivino

El error del adivino es una de las diversas distorsiones cognitivas que podemos poner en marcha automáticamente y que condicionan nuestros actos y maneras de ver lo que nos sucede.

Como se explicó en un anterior artículo, las distorsiones cognitivas afectan a la forma que tenemos de interpretar lo que nos pasa. En ésta en concreto, a dar por lo que sucederá en el futuro, ya sea a corto plazo como, por ejemplo que la fiesta que preparo para este fin de semana sea un fracaso, o a largo plazo, como el estudiante de instituto que considera que no logrará acceder a la carrera que sueña.

En esto consiste esta distorsión cognitiva, en anticipar, sin tener todavía datos objetivos, que las cosas saldrán mal irremediablemente, por lo que, ¿merecerá la pena esforzarse si ya sabemos lo que sucederá?

Podrás decir, esto no es un error del pensamiento, cuando creo que las cosas saldrán así es porque anteriormente ya me ha pasado. Puede ser, pero también tenemos que tener en cuenta que este error activa los recuerdos que le dan validez, sin llegar si quiera a valorar aquellos que lo desconfirman, ya que minimizamos esos acontecimientos. Además, el hecho de que ya haya sucedido, ¿quiere decir que nunca podré cambiarlo?

Hay otro proceso mental que nos perjudica y se relaciona estrechamente con el error del adivino que es la profecía autocumplida: las predicciones que una persona hace sobre acontecimientos concretos y que finalmente acaban por cumplirse debido a que con su actitud y forma de comportarse se dirigen hacia ellos. No hace falta imaginar cómo se influyen mutuamente.

La autoestima juega un papel muy importante en todo esto: la forma en que nos vemos condiciona lo que hacemos y cómo nos relacionamos, pero esto se verá en otro artículo. Por ahora, analizaremos las situaciones en las que puede activarse nuestro adivino particular, para ver de qué modo podemos comenzar a librarnos de él.

El error del adivino en pareja

Imaginemos una persona que prepara con esmero un regalo para su pareja. Le dedica mucho tiempo, ya que quiere que sea algo especial, para lo cual piensa en cosas que haya dicho que le harían ilusión, en sus aficiones, gustos… Hacer un regalo puede generar mucha ilusión a quien lo prepara, pero también traer muchos quebraderos de cabeza, especialmente si a este plan se apunta el adivino: “seguro que no le gusta”, “como no le guste te vas a decepcionar, verás la cara que se te queda”, “no va a valorar el esfuerzo que le has dedicado”.

El dar por hecho cómo va a actuar la pareja, lo que dirá, la cara que pondrá, puede ser motivo de discusiones, pero lo más perjudicial es que puede derivar en problemas de comunicación en la pareja, ya que nos hace estar en guardia buscando los indicios que se confirmen lo que pensamos. Provoca una dolorosa sensación de alejamiento e incomprensión.

El error del adivino en el trabajo o estudios

En estas situaciones nos puede hacer sentir bastante inseguros, afectar al rendimiento e incluso a la implicación que ponemos en nuestras tareas o relaciones con los demás en estos ámbitos. Por un lado, puede llegar a crearnos sensación de inferioridad o fracaso; por otro, alejarnos o generar malentendidos y aislamiento social.

El error del adivino en las amistades

Una mezcla entre los dos anteriores también la encontramos con nuestras amistades y familia. El ejemplo del problema en la pareja también se puede ver cuando planeamos algo con los demás, cuando queremos contar con alguien en concreto, y ese “y si…”, “seguro que…”, nos complica el día y, peor aún, el carácter.

Como en los anteriores casos, también afecta a la seguridad en uno mismo, provoca sentimientos de soledad, incomprensión y malentendidos transformados en alejamiento, reproches o exigencias de cómo deberían actuar los demás, que a veces no se expresan verbalmente, pero sí en nuestro comportamiento.

El error del adivino en situaciones nuevas

Si nos proponen salir de nuestra zona de confort, o no tenemos más remedio que hacerlo, el adivino puede anticipar un fracaso, situación embarazosa o catástrofe. Generalmente nos hace evitar este tipo de situaciones, por lo que no nos permite darnos cuenta de que magnificamos lo que puede pasar o que, incluso si pasa, no sería para tanto.

En estos casos el adivino nos hace caminar en círculos repetitivos:

“No me siento cómodo en este trabajo, mis jefes no me valoran y no me dan las responsabilidades que me merezco pero, si lo digo seguro que me despiden, si me voy seguro que no encontraré nada mejor, si… seguro que…, por lo que me mantengo en un puesto que no me hace feliz porque es mejor que no tener nada”.

¿Cómo evitar que el adivino se active?

  1. Cuestiónalo: dónde está escrito que eso será así.
  2. Buscar evidencias: probabilidad, hechos de la realidad que confirmen tu creencia.
  3. Diferenciarlo de las situaciones del pasado donde sí pudo suceder, ¿en qué no se parecen?, ¿qué cosas han cambiado?
  4. Incluso si fuese cierto, ¿está justificado que me altere tanto?, ¿sería para tanto?
  5. No viajes tanto al futuro, Mary McFly, quédate aquí y no des por hecho lo que pasará.
  6. ¡Experimenta! Prueba a intentarlo a pesar de todo, a ver qué pasa.
  7. Ponle cara: todos podemos pensar en algún adivino no muy convincente de los que aparecen en televisión. ¿Lo visualizas?, ¿le crees? Algo tan cómico no puede generarnos tanta angustia.

Cuesta separar de nuestro diálogo interno al adivino, primero hay que encontrarlo y dejar de confiar en él. Date tiempo, escribe, debate, relee lo que escribiste en el pasado. Añade más información a tus esquemas para no dejarle sitio a él.

Por último, me gustaría matizar que la información que aquí se muestra es genérica y no debería ser utilizada para “autodiagnosticarse” ni para aplicarse a dificultades más profundas que han de ser abordadas profesionalmente. Desde nuestro centro de psicología en San Vicente os ofrecemos las técnicas más novedosas y eficaces para tratar los problemas individuales o de pareja de forma satisfactoria.

Créditos de la imagen: Umit Bulut on Unsplash